El temido dictador dominicano intentó asesinar al
presidente Rómulo Betancourt con un carro bomba, al conocerse su responsabilidad,
Santo Domingo quedó aislado internacionalmente y comenzaron los últimos días de
la “Era Trujillo”
LUIS AULAR LEAL
fotos: CORTESÍA
lavenezuelainmortal.com.ve Publicado en el diario El Falconiano el 30 de mayo de 2016.
Durante 31 años la República Dominicana fue gobernada con
mano de hierro por Rafael Leonidas Trujillo Molina, un militar que luego de
ascender en el Ejército, logró postularse a la presidencia de ese país a donde
llegó a sangre y fuego en unas elecciones amañadas. No obstante, durante ese
tiempo la República Dominicana logró alcanzar un asombroso nivel de desarrollo
urbanístico e industrial, opacado por la falta de libertades y el control
absoluto de la economía y el poder político en manos del dictador.
Rafael Leonidas Trujillo Molina
Para tener una aparente aura de democracia, abandonaba el
cargo de presidente y colocaba a un títere en el poder; quien jugó por más tiempo
ese cómplice papel, fue el doctor Joaquín Balaguer.
La megalomanía de Trujillo llegó al punto de hacer cambiar
el nombre de Santo Domingo por Ciudad Trujillo, colocar su efigie en monedas, edificios
públicos y aupar la creación de merengues como San Rafael, Era Gloriosa o El 24
de Octubre (que hacía alusión a su cumpleaños) que exaltaban y mostraban la grandeza
del “Jefe”, “Benefactor de la Patria” o “Padre de la Patria Nueva”, títulos con
los que se le rendía tributo.
También se ganó remoquetes como “El Chivo” por su casi
pervertida líbido y “Chapita”, por la gran cantidad de condecoraciones que
portaba en su uniformes, muchas de ellas obtenidas por favores políticos en el
exterior (incluso con El Vaticano) y otras autoimpuestas o inventadas.
El odio de Trujillo a Betancourt
Desde los años 40, Betancourt colaboraba con la oposición dominicana
en el exilio de México y Costa Rica que luchaba para sacar a Trujillo del
poder; ahora siendo presidente de Venezuela desde 1959, continuaría la lucha
diplomática contra el gobernante dominicano.
En otra oportunidad la dictadura trujillista intentó asesinar a Betancourt en La Habana inyectándole veneno de cobra.
Trujillo estaba al tanto de las intenciones de Betancourt y
decidió aplicar la misma fórmula impartida a sus adversarios anteriores:
eliminarlo. Para ello logró contactar a un grupo de venezolanos que se oponían
al gobierno de Betancourt, encabezados por Luis Cabrera Sifontes. Los recibió como
altos dignatarios en Ciudad Trujillo y les ofreció armas de guerra para asesinar
al presidente venezolano.
Al final se decidieron por un dispositivo explosivo activado
a control remoto, que para la época (1960) era un artefacto de alta tecnología.
Cuenta Oscar Yanes en sus crónicas de Así son las cosas que los conspiradores
venezolanos “se quedaron sorprendidos por la cantidad de armamento que les
ofrecía Trujillo y le dijeron que no les diera tanto, porque los iban a ver como
vulgares mercenarios”.
Jhonny Abbes García, jefe del SIM |
Quien dirigía la operación para eliminar a Betancourt era
Jhonny Abbes García, jefe del SIM, la policía política dominicana, cuya
crueldad aún hoy legendaria en la República Dominicana y es difundida en decenas
de documentales, entre ellos El Poder del Jefe, del cineasta dominicano René Fortunato
y la novela La Fiesta del Chivo, de Mario Vargas Llosa.
Al ofrecer los explosivos a los conspiradores venezolanos, Trujillo
habría catalogado a esta arma como “infalible”, “porque la hemos probado ejecutando
presos políticos dentro de carros viejos y no se ha salvado ninguno”, acota
Yanes la cita del dictador en sus crónicas.
El atentado
El 24 de junio de 1961, a las 9:30 am, la caravana
presidencial llevaba al presidente Betancourt a encabezar el desfile del Día de
Ejército. Cuando pasaban por el paseo Los Ilustres, poco antes de llegar a Los Próceres,
un Oldsmobile estacionado al hombrillo estalló justo cuando pasaba Cadillac presidencial.
A la derecha se aprecian los restos del Oldsmovile donde se colocó el artefacto explosivo. Fue estacionado en el hombrillo del paseo Los Próceres
Betancourt resultó con graves quemaduras en las manos y
otras menores en el rostro; además perdió la vista en el ojo derecho. Fue
trasladado de emergencia al hospital Clínico Universitario, al igual que el ministro
de la Defensa Josué López Henríquez y su esposa. El jefe de la casa militar,
Ramón Armas Pérez, murió en el atentado.
El vehículo a bordo del cual iba Ramón Armas Pérez fue arrasado por las llamas
Se suspendieron las garantías constitucionales y lograron
capturar a Luis Cabrera Sifontes, Lorenzo Mercado, Manuel Vicente Yánez,
Eduardo Bustamante, Ángel Morales Luengo, y Juvenal Zabala, este último piloto del avión que trajo el transmisor del explosivo desde Ciudad
Trujillo.
Al día siguiente, Miraflores preparó una alocución del presidente
Betancourt para la prensa y la radio. Era necesario informar al país que el
primer mandatario nacional estaba bien y tenía el control del Gobierno. Por las
quemaduras que sufrió hubo que diseñarle un traje especial sólo para la fotografía
de la rueda de prensa donde era escoltado por el alto mando militar.
Salió con las manos vendadas y se dirigió al país, entre otras
palabras expresó: “No me cabe la menor duda de que en el atentado de ayer tiene
metida la mano ensangrentada de la dictadura dominicana, pero esa dictadura vive
su hora pre agónica, son los postreros coletazos de un animal prehistórico
incompatible con el siglo XX”.
A pesar de la tragedia que representaba tal atentado, no faltó
el humor negro de más de un opositor que recordó cuando en campaña Betancourt dijo:
“Que se me quemen las manos si toco el erario o público” y en el atentado justamente
había salido con quemaduras en las manos; aunque hasta la fecha, nadie ha
podido demostrarle un acto de corrupción administrativa.
Las consecuencias del atentado
Contrario a lo que podía pensar Trujillo, las cosas no se
quedaron ahí. Betancourt acudió a la Organización de Estados Americanos e hizo valer el derecho internacional al
demostrar la responsabilidad dominicana en aquel intento de asesinato.
El atentado contra Betancourt a la larga terminaría por
acabar con el propio Trujillo. La OEA sancionó a la nación antillana; terminó bloqueada
económicamente y aislada políticamente. Esto desató una crisis social en aquel país que a su vez agudizó la represión del régimen trujillista.
Tan solo meses más tarde, oficiales cercanos a Trujillo
(incluyendo su jefe de escoltas, el teniente Amado García Guerrero) decidieron acabar
con la vida del dictador dominicano.
Ellos sí tuvieron éxito.
La noche del 30 de mayo de 1961, Rafael Leonidas Trujillo se
dirigía de Ciudad Trujillo a San Cristóbal, once hombres, entre ellos unos de
su entorno más cercano le tendieron una emboscada y lo ajusticiaron. Siete
balazos impactaron su humanidad,
poniendo fin a la vida del “Jefe” dominicano.