Individuo
de Número y actual vicepresidente de la Academia Nacional de Medicina. Ocupa el
sillón que en su momento correspondió al Dr. Jacinto Convit. Sostiene que
Venezuela “ni se ha acabado, ni se va a acabar” e invita a los jóvenes a
reconstruirla
LUIS AULAR LEAL
Fotos:
Andrés Arévalo / Cortesía Dr. López Loyo / Publicado
en el diario El Falconiano el 19 de marzo de 2017
Mantiene su
pensamiento en el porvenir. Sus pacientes, la ciencia y la compasión ante el
sufrimiento del prójimo, le han permitido comprender la naturaleza humana.
Desde hace dos años ocupa un sillón en la Academia Nacional de Medicina; el
mismo donde se sentó el doctor Jacinto Convit. Tal distinción no ha cambiado la
sencillez del doctor Enrique López Loyo, pero sí ha reforzado su compromiso
profesional y ciudadano con el país.
Falconiano,
nacido en Cabure y primer egresado de la Universidad Nacional Experimental
Francisco de Miranda (Unefm) en llegar a la Academia, está convencido de que
Venezuela debe recuperarse y que en la región ese rescate comienza por
reconstruir, académica y estructuralmente a la Unefm.
Aunque por
compromisos profesionales está radicado en Caracas, mantiene contacto
permanente con Falcón y la realidad universitaria. Casado con la doctora Zlata
Jelenkovic, su compañera de promoción y de vida, recientemente celebraron la
graduación de médico de su hija Diana López en la Universidad Central de
Venezuela.
– ¿Por qué decide estudiar Medicina?
– Fue una
convicción de vida. Creo que al saber del padecimiento de enfermos, de personas
cercanas o amigas, quise conocer cómo curar o aliviar su dolor y sufrimiento.
Un buen
médico jamás puede perder la compasión. Se cura cuando es posible, pero
siempre, en cualquier circunstancia, se debe acompañar al paciente. El médico
tiene una particular manera de ver las cosas, esa visión compasiva nunca debe
perderse.
– ¿Esa empatía con los pacientes tendrá que ver
con su formación familiar en Cabure?
– Claro, yo
soy nacido, criado y estudiado -en los primeros años- en Cabure, y en los
pueblos no existe el este o el oeste como en Caracas, ni el rico o el pobre;
solo la convivencia y la hermandad; así es en la sierra. Mi mejor amigo podía
ser alguien que trabajaba para mi padre en la hacienda, con esas convicciones,
más que vivir, disfruté mis primeros años.
-¿Sus padres?
– Salomón
López García e Hilda Loyo de López García, tuvieron 10 hijos y soy el menor.
Mis padres se dedicaron a la producción agropecuaria, fundamentalmente a la
cría de ganado, la producción de derivados lácteos y a la siembra de maíz.
Ellos también se ocuparon de luchas sociales, por el bienestar colectivo e
incursionaron en la política. Tanto mi papá como mi mamá llegaron presidir en
algún momento el Concejo Municipal de Petit.
– ¿Militaban el algún partido político?
– Si claro,
en Acción Democrática. Mi padre fue fundador y dirigente de Acción Democrática
en Cabure. Mi familia sufrió los rigores de la dictadura de Pérez Jiménez y
cuando la guerrilla llegó sufrimos la pérdida de un tío a manos de los
subversivos, incluso mi padre sufrió un atentado.
– ¿Y
usted se ha vinculado a la política?
– Me he
dedicado a la Medicina, pero obviamente tengo un natural sentido de pertenencia
hacia Acción Democrática; especialmente porque mi padrino de bautizo fue Carlos
Andrés Pérez. Me bautizó en la iglesia de Cabure en mayo 1972, antes de su
primer gobierno. Para ese momento ya era candidato presidencial.
Bautizo del niño Enrique López Loyo en la iglesia de Cabure, en 1972. Su padrino fue el entonces candidato presidencial Carlos Andrés Pérez. Lo acompañan Pedro Guillermo de León, Rómulo Rodríguez Campos y Hugo Arias. De espaldas y en primer plano los padres de Enrique.
Años más tarde el joven Enrique saluda a su padrino el presidente de la República, Carlos Andrés Pérez
– ¿A qué se dedican sus nueve hermanos? ¿Algún
otro médico?
– La
mayoría son docentes, profesores universitarios, pero ningún otro eligió la
Medicina como carrera.
– ¿Qué le dicen sobre el orgullo de tener un hermano en la Academia
Nacional de la Medicina?
– Se siente
orgullosos, como yo me siento orgulloso de ellos, la vida es una gran obra de
teatro en la que a cada uno le toca cumplir roles específicos, pero uno nunca
debe perder su esencia y esa esencia está en los valores familiares.
Los
reconocimientos vienen solos, uno no está pendiente de eso, los reconocimientos
reales ocurren porque desde afuera
alguien con criterio ve lo que estás haciendo y si es bueno reconoce el mérito.
Pero si esos reconocimientos ayudan a contribuir con el desarrollo y rescate de
la universidad y del estado, es excelente.
Juramentación como Individuo de Número de la Academia Nacional de Medicina, en el Palacio de las Academias, Caracas.
-¿Cómo ingresó a la escuela de Medicina de la
Unefm?
– Por el Consejo Nacional de Universidades,
como cualquier ciudadano común. Tenía un promedio por encima de 18 puntos y fui
asignado.
– ¿Cuántos estudiantes comprendía esa cohorte?
–
Ingresamos alrededor de 250 y egresamos 33. Se redujo el número quizás por un
proceso de selección natural; unos llegan primero, otros más tarde, otros no
llegaron.
– ¿Qué opina del actual proceso de selección?
– Todo eso
se ha desdibujado, porque si bien hay casos en los que el estudiante entra por
promedio y por méritos, hay otros en los que por disposición de la universidad
y del Gobierno nacional, al nuevo ingreso no lo respaldan las evaluaciones sino
sus condiciones socioeconómicas; eso es un grave error.
El hecho de
ser pobre -que es lo que de algún modo pretende “exaltar” el Gobierno- no debe
generar un derecho directo para ir a una universidad. Se entiende que quieran
ofrecerse oportunidades de estudio a los más necesitados, pero estos cupos
muchas veces se pierden, porque abandonan la carrera o simplemente no tienen
las capacidades cognitivas para cursar la carrera y otros que sí las tienen, no
pueden entrar.
– ¿Cuál sería el mecanismo de ingreso ideal?
– La
selección se debe hacer de forma técnica, en la mayor parte de las
universidades del mundo existen las pruebas internas. Ese sistema ha
funcionado. Para estudiar Medicina se necesitan una serie de elementos, y lo
cierto es que no los tiene cualquier persona.
– ¿Qué recuerda de la Facultad de Medicina de la
Unefm?
– De la
universidad Francisco de Miranda que yo conocí queda muy poco, y eso tiene que
ver con la politización extrema, la masificación, la falta inversión en
estructura, mantenimiento y el cambio de criterios en la selección tanto de
alumnos como de docentes.
En esa
época no existía evaluación electrónica; practicábamos anatomía en cadáveres y
no solo en modelados anatómicos; todos los docentes eran de destacada
trayectoria y venían incluso jubilados de la Universidad Central de Venezuela
(UCV) o de la Universidad de Los Andes (ULA). De eso queda una reserva, pero
gran parte se ha desvirtuado con la masificación.
– La
escuela de Medicina de la Unefm nació como una novedad, como un experimento
académico, ¿ha sido exitoso?
– Claro que
sí, el experimento funcionó, fue un éxito y soy prueba viviente de ello, al
igual que mi esposa que también es médico egresada de la Unefm, pero habría
detalles que revisar en la estructura del pensum.
El día de la graduación de su hija Diana. Lo acompaña su esposa la Dra. Zlata Jelenkovic
– ¿Cómo cuáles?
– En casi
todas las universidades del país se ven por separado las cátedras de Anatomía,
Fisiología, Histología y Embriología, en la Unefm todas se ven en una sola
llamada Morfofisiología, y aunque el objetivo original era integrar los
conocimientos, esta mezcla puede generar distorsión o hacer más difícil el aprendizaje a los estudiantes.
La otra
observación es que esta materia tiene un gran bloque de unidades de crédito, y
si el estudiante falla, se atrasa en
todas las materias que están integradas en esa sola gran unidad curricular y no
puede avanzar. Eso se debería reestructurar.
No
obstante, debo destacar la formación novedosa en el área social y del trabajo
comunitario; los estudiantes de Medicina de la Unefm cursan por seis semestres
una materia llamada Trabajo Comunitario; esta cátedra vincula a los futuros
médicos con las comunidades, les enseña estadística de salud y la práctica de
la atención primaria de salud. Ese es un éxito de la Unefm que nació sin ningún
tipo de sesgo político y que debe conservarse.
Pero en
términos generales, lo que considero que debe prevalecer y recuperarse en la
universidad Francisco de Miranda son los estudios de Medicina en la modalidad
tradicional, eso garantiza la formación del egresado tanto como médico general,
como cuando haga un posgrado y sea especialista.
– ¿Cuáles docentes recuerda de su época de
estudiante?
– Al
profesor Alí Arión en Sociología, el doctor Augusto Diez en la práctica de
Cirugía, así como al doctor Rodolfo Soto y su hermano, también cirujanos. En el
área de Pediatría Social, al doctor Miguel Lemus.
-¿Por qué se especializó en Anatomía Patológica?
– Siempre
me gustó trabajar con la investigación, la Microscopía y Anatomía Patológica.
Mi mamá falleció de cáncer de mama y eso me motivó a conocer más sobre los
detalles histopatológicos de la enfermedad, pero antes de eso hice la rural en el Apostadero Naval de Turiamo,
estado Aragua; luego la residencia de Medicina Interna en Hospital
Universitario Dr. Alfredo Van Grieken de Coro; después concursé y quedé en el
posgrado en Anatomía Patológica en Instituto Anatomopatológico de la
Universidad Central de Venezuela.
Muchos
procedimientos me fueron sencillos gracias a la formación recibida, tanto en la
Unefm con en el hospital de Coro.
Junto al Dr.Rafael Muci-Mendoza, expresidente de la Academia Nacional de Medicina y representante de la Academia ante la comisión encargada del proceso de beatificación del Dr. José Gregorio Hernández.
– ¿Cómo evalúa el impacto de la educación
universitaria venezolana en los últimos 50 años?
– La
dividiría en dos partes: en los últimos años la politización, la falta de
inversión a las universidades, la masificación y el abandono de la
investigación ha golpeado severamente la calidad universitaria, pero durante la
democracia representativa la educación superior era el principal motor de la
movilidad social, me explico; aquí se garantizó por muchos años que alguien
humilde pudiera alcanzar la excelencia universitaria, y en muy poco tiempo
pasaba de un barrio o un pequeño pueblo a una gran urbanización o a dirigir una gran empresa.
Hoy esa
capacidad de promoción social está completamente desdibujada; tenemos muchos
venezolanos con títulos, pero con graves deficiencias en su formación
académica, y desempleados. Definitivamente, el cambio no fue para bien.
-¿Cree que eso ha sido una torpeza del Gobierno
o fue algo planificado?
– Es una
política gubernamental, el Estado trata al pueblo como pobre, para que siga
siendo pobre bajo la equidad del Estado y guiados sólo por el Estado; es decir,
tú estudiarás lo que el Estado dice; harás lo que el Estado dice; comerás lo
que el Estado diga, en la cantidad que el Estado diga y a la hora que el Estado
te diga; ese perverso tutelaje del Estado como eje social rector.
Así no se
promueven las capacidades individuales del ciudadano, se inutiliza la voluntad
comunitaria y se congelan las posibilidades de desarrollo del individuo en
comunidad. De esa forma solo se estanca al país.
Sostiene que Venezuela "ni se ha acabado, ni se va a acabar" e invita a los jóvenes a reconstruirla
– Retomando el tema académico, tuvo oportunidad
de conocer al doctor Jacinto Convit y hoy usted ocupa el que fue su sillón en
la Academia Nacional de la Medicina, ¿qué recuerda de él?
– Yo lo
conocía desde cuando fui jefe del Departamento de Patología del Instituto
Nacional de Higiene y él requirió en varias oportunidades los servicios en el
área de experimentación. Ahí se trabaja con animales de experimentación como
conejos, ratas, ratones y el doctor Convit llevaba una investigación sobre leishmania
y pidió mi evaluación sobre los ratones del bioterio del Instituto de
Biomedicina, ahí él tenía su laboratorio. Todo aquello fue en la búsqueda de la
vacuna para la leishmaniasis.
Él era
austero desde todo punto de vista, incluso en su manera de ver la vida; no era
muy conversador. No mantenía conversaciones de más de 20 minutos con alguien
que no tuviera que ver con algún proyecto específico.
Me comentó
en una oportunidad que había sufrido un infarto a temprana edad y que por tal
acontecimiento llevaba 40 años con la misma dieta, me decía: “Además de algo
ligero que puedo comer como desayuno, luego como entre 3:00 y 4:00 p.m., pollo
cocido con arroz blanco, sin sal ni nada, eso es todo”, esa es una de las cosas
curiosas que recuerdo del maestro Convit.
– ¿Qué
puede decirle a los médicos recién graduados y estudiantes de Medicina que
piensan en irse del país?
– Es
desconsolador que los médicos jóvenes se vayan al exterior, porque el país no
se ha acabado aquí, ni se va a acabar; el país es rescatable. Y a los
estudiantes les digo: tengan presente que sobre la base del estudio es que se
va a reconstruir este país. Creo además que es necesario crear un movimiento de
egresados para rescatar la universidad.
-¿Ha pensado en aspirar al cargo de rector de la
universidad Francisco de Miranda?
– Es un
momento decisivo para el país y hay que asumir responsabilidades; sí, estaría
dispuesto a ser rector y asumir esa responsabilidad con la universidad que me
formó.
– ¿Cuáles serían las medidas para el rescate la
Unefm?
–
Básicamente cinco puntos: 1) Rescatar la autonomía universitaria; 2)
Regularizar los ingresos de estudiantes sobre la base de la calidad y evitar la
masificación erradicando comercialización de cupos; 3) Recuperar la calidad
docente sobre el principio de la meritocracia y el estímulo de la actualización
y la investigación; 4) Adecuación tecnológica de los procesos formativos y 5)
Evaluación de los egresados y recuperación de sus experiencias en el campo
laboral y comunitario para hacer retroalimentación que fortalezca la formación
académica.
Una vida de logros académicos, orgullo
falconiano:
- Médico Cirujano egresado de la Universidad Nacional Experimental Francisco de Miranda (Unefm)
- Especialista en Anatomía Patológica de la Universidad Central de Venezuela
- Doctor en Ciencias Médicas de la Universidad del Zulia
- A los 42 años fue nombrado Miembro Correspondiente de la Academia Nacional de la Medicina
- Siete años más tarde, tras la muerte del doctor Jacinto Convit, ocupa el sillón que tenía su maestro como Individuo de Número de la Academia Nacional de la Medicina y es su actual vicepresidente.
- Recibió el título de Profesor Honorario de la Universidad de Falcón.