viernes, 19 de septiembre de 2014

Gilson Cuba: Maestro de maestros de la pintura paraguanera




  • 45 años dedicado a la enseñanza
  • Premio Municipal y Regional de Artes Plásticas
  • Filósofo, bohemio y yerbatero

LUIS AULAR LEAL
Fotos: Oniel Gómez
Publicado en el diario El Falconiano el 10 de mayo de 2013. 

Comenzó pintando los nombres de las lanchas de Las Piedras, su pueblo natal. Recuerda a un sabio bodeguero que le enseñó a leer los clásicos de la literatura castellana y los filósofos griegos. Creció admirando las obras de Velázquez que pudo conocer en revistas de arte. Por cuenta propia incursionó en la pintura y su talento innato lo convirtió en artista y maestro de varias generaciones de creadores.

Sus primeros cuadros fueron “un par de barquitos” según cuenta… seguidos de anuncios publicitarios en el centro de la ciudad. Luego llegaría al antiguo Ateneo de Punto Fijo. “Guillermo de León me llamó y me invitó a dar clases de pintura en el ateneo y le dije: ¡Claro que sí!”. Ahí comenzó su carrera docente.

Ángel Ventura, Jorge Gómez, Pedro Quijada y Wilmer Yajure son cuatro de los alumnos de Gilson quienes eligieron a la pintura como profesión. En las décadas de 1970 y 1980 exposiciones enteras de obras del maestro Cuba se vendían antes de ser inauguradas.

El público se maravillaba y aún hoy se sorprende con su talento. “El pintor siempre procura ganarle la partida al ojo humano, porque los artistas a veces vemos más de lo que ven los demás”, asegura. Plasma en sus obras la serenidad, sabiduría y bohemia que lo distinguen.



Paisajes paraguaneros, atardeceres, marinas y retratos son parte de su marca personal, rasgo emblemático de la llamada Escuela Paraguanera de la cual es fundador. Es además filósofo, bohemio y yerbatero; apasionado por los valses de Strauss y el tango. Hoy continúa pintando, ya sea en Caja de Agua, en la Asociación de Artistas Plásticos o donde lo visite la imprevista musa.

“Aprende tanto del ignorante como del sabio”

-¿Qué es la pintura?
-Es una mágica herramienta con la que nosotros, pobres mortales,ingenuamen te intentamos copiar el color, que es una de las obras más bellas del Creador.

-¿De sus colegas, a quién admira?
-Para mí el gran dibujante de Paraguaná se llama Chencho Manaure y el mejor retratista Julio Díaz; yo se los he dicho. Recuerdo también con mucha alegría el colorido de los paisajes de Douglas Valles.

-¿La primera lección para sus alumnos?
-Coincido con Picasso en que “primero hay que aprender a dibujar, para después desdibujar”; esa es la primera lección.

-¿Cuál la obra que más quiere?
-El retrato de mi madre Carmen Esther Cuba, quien fue mi padre y madre a la vez.

-¿Un consejo a los artistas plásticos en su día?
-Que pinten los cuadros con la inteligencia, con sus manos y con el corazón. Que pinten para ellos y no para los críticos de arte.

-¿Qué le dice a las nuevas generaciones de pintores?


-Lo que hace más de 3000 años se escribió en la tumba de un faraón: “Aprende tanto del ignorante como del sabio, no hinches tu corazón a causa de lo que sabes. El arte nunca ha conocido límites y ningún artista ha alcanzado jamás la perfección completa”.