A las 10:00 a.m. toma posesión de
la Diócesis de Punto Fijo monseñor Carlos Alfredo Cabezas Mendoza
LUIS AULAR LEAL
FOTOS: ELVIN ROVELLA / Publicado en el diario El Falconiano el 14 de agosto de 2016.
La mañana del 5 de junio un
inesperado repique de campañas en la parroquia Nuestra Señora del Carmen en
Boconó anunciaba que algo había pasado. Los vecinos se acercaron a la iglesia a
percatarse de la novedad y se encontraron con que su párroco, el padre Carlos
Cabezas, había sido nombrado obispo y diócesis asignada era Punto Fijo en el
estado Falcón.
Sentimientos encontrados
invadieron los corazones de la feligresía boconesa, contentos por el merecido
reconocimiento al padre Carlos, pero tristes, porque se iría lejos de Trujillo.
Hoy muchos de esos feligreses han venido a Punto Fijo “a entregarle nuestro
padre Carlos a Paraguaná”, como refirió la señora Coromoto que fue su
secretaria por casi seis años.
La señora Coromoto Garcés de
Montilla tiene 11 años como secretaria de la parroquia Nuestra Señora del
Carmen, en Boconó. Cumplió rigurosamente misión de guardar secretos hasta el
último momento, aunque confiesa que desde diciembre de 2015 se hablaba de la
posibilidad de que el padre Carlos fuese nombrado obispo.
La familia de Coromoto es de
Niquitao, y muy allegada a la de
monseñor por lo que conocen a monseñor Carlos desde su infancia y adolescencia.
Utilizaban el transporte de Manochico (el papá del nuevo obispo).
En la medida que transcurrían los meses crecía
la posibilidad del nombramiento del padre Carlos, hasta que un sacerdote amigo,
los primeros días de mayo le dijo: “Te voy a confiar un secreto el padre Carlos
salió como obispo y es para, Punto Fijo pero no podemos decir nada públicamente
sino entre ocho o 15 días”
“Eso fue más o menos por la fecha que tú me
llamaste desde Punto Fijo”, acota la señora Coromoto. En menos de un mes se
hizo el anuncio oficial y las campanas sonaron en la iglesia de El Carmen de
Boconó.
Coromoto tuvo dos hijos, uno
falleció a temprana edad y recuerda entre lágrimas que el padre Carlos fue su
principal apoyo “él me acompañó hasta el último momento”… luego recobra el
aliento y habla de Juan, su otro hijo quien ingresó al seminario hace seis años
y sigue el buen ejemplo del padre Carlos, al igual que Lenín Fabrizio González,
otro seminarista asistente de monseñor quien amablemente guio al equipo del
diario El Falconiano durante la vista a Boconó.
Por su parte el profesor José
Gregorio Chinchilla, ha sido por años el sacristán de la iglesia El Carmen,
disciplinadamente ayuda todos los días a monseñor Carlos. Resalta la sencillez
del sacerdote, el orden que procura mantener en la parroquia, su trabajo con la
catequesis y los movimientos apostólicos y el empeño en que “todo siempre salga
como debe ser”.
“Dios lo ha señalado a esa misión porque se lo ha ganado por su
humildad y su trabajo pastoral; él ha sido nuestro guía espiritual”. Comenta el
profesor la especial devoción de monseñor Carlos por la Santísima Trinidad,
pues el día de esta celebración fue ordenado sacerdote por San Juan Pablo
II. “El acostumbra usar la casulla con
la que se ordenó en celebraciones especiales”, con ella fue ordenado obispo.
Del Jardín de Venezuela a la
Península de la Amistad
Boconó fue llamado por el
Libertador “El Jardín de Venezuela”, pero también se ha ganado el título de ser
cuna de obispos, pues al menos cuatro sacerdotes de este pueblo han llevado la
mitra sobre sus cabezas, entre ellos monseñor Juan María Leonardi, primer
obispo de Punto Fijo y ahora monseñor Carlos, quien lo sucede.
“Mi hermano ha sido siempre la
figura paterna para mí, pues nuestro padre falleció cuando yo solo tenía nueve
años”, relata Alfredo Cabezas, hermano de monseñor Carlos. Para él su hermano
mayor siempre ha sido un ejemplo a seguir; trabajador, humilde, humano un
campesino que aun habiendo nacido en las montañas trujillanas, quiso ir más
alto y acercase a Dios haciéndose sacerdote.
Hoy, buena parte de la familia
Cabezas se mudó a Punto Fijo por unos días, han ayudado a rehabilitar la casa
del obispo, donde vivió monseñor Leonardi, pues fue destruida por el vandalismo
local. Mientras organizan el hogar del nuevo obispo, recuerdan las anécdotas de
Niquitao, -pueblo natal de monseñor Carlos- donde con seis o siete años jugaba
a ser sacerdote.
Alfredo recuerda cómo su mamá,
Baudilia que era enfermera, se emocionaba cuando cada 15 o 22 días Carlos
llamaba desde Roma a donde fue a estudiar filosofía y teología. A pesar de la
distancia y el tiempo, su hermano siempre fomentó la unión familiar. Cuando
regresó a Venezuela, luego de ser ordenado sacerdote por San Juan Pablo II, el
ahora padre Carlos fue recibido como un héroe por sus paisanos. Manifestaciones
de alegría en Niquitao, Boconó y El Volcán no se hicieron esperar.
Alfredo Cabezas, hermano de monseñor Carlos
Sin embargo, casi una década en
la Ciudad Eterna no cambio en nada la sencillez de monseñor, pues aunque asumió
como párroco de varias iglesias, cada vez que podía visitaba su pueblo natal,
el Volcán de Niquitao y se iba a la finca familiar en Vistitis en lo más alto
de una montaña cercana.
“Él cuando está en la finca es un
campesino más; se levanta temprano, ordeña a las vacas, va a sembrar y es muy
trabajador”. También relata Alfredo el gusto de su hermano por las arvejas con
cambur, plato típico de la región que le acostumbraba preparar su abuela. Está
seguro que Carlos sabrá adaptarse a la península, pues aunque está lejos de los
antes está más cerca que Roma.
Así piensa también la señora Ana
de Cabezas, tía política del nuevo obispo, quien presenció su nacimiento en El
Volcán de Niquitao, “lo conozco desde su nacimiento, cuando llegó la señora
Martha, una de las comadronas, él prácticamente estaba naciendo”. Es su tía
política pero desde hace dos años, cuando falleció la señora Baudilia pasó a
ser como su madre.
Lo vio crecer jugar a ser sacerdote
“haciendo misas y bautizando las muñecas de las hermanas y primas”, luego lo
vio ser realmente sacerdote y a partir de hoy y con la bendición celestial de
la señora Baudilia, será obispo de Punto Fijo.