miércoles, 20 de junio de 2018

Rituales de magia negra rodean profanación de tumbas de la familia González

Durante la inspección además de visualizar trozos de lápidas, urnas destrozadas y la ausencia casi total de las osamentas, llamaron la atención tres pequeños bultos de cinco a diez centímetros envueltos en tela negra. El 30 de diciembre se inició oficialmente la investigación

 LUIS AULAR LEAL
Fotos: Raynier Díaz / Publicado en el diario El Falconiano el 04 de enero de 2016. 

Tras hacerse pública la noticia de la profanación de las tumbas de don Rafael González; su esposa Leocadia; sus hijos Cornelio “Tom” y Eugenio, y su nieta María Auxiliadora, el 30 de di­ciembre en la mañana tuvo lugar una reunión entre autoridades locales del Cuerpo de Investigaciones Científicas, Penales y Criminalísticas (Cicpc) y un representante de la familia González, específicamente Rafael González Na­varro, nieto del fundador de Punto Fijo.

González Navarro acudió a la re­unión en compañía de tres directivos del Centro de Historia de Paraguaná, entre ellos el asesor jurídico, debido a la trascendencia social de este penoso caso en la colectividad falconiana.

El objetivo del encuentro fue cono­cer el avance de las investigaciones del caso. No obstante, al buscar el expediente de la denuncia -supuesta­mente hecha por el coordinador de los cementerios del municipio Carirubana- no apareció registro alguno del mismo en los archivos de la policía científica, por lo que no habría sido hecha formal­mente, según explicaron funcionarios del Cicipc.

Minutos después de haber formalizado la denuncia, funcionarios del Cicpc acudieron al cementerio a cubrir las formalidades exigidas por la ley

La investigación comenzó el 30 de diciembre
Rafael González Navarro, nieto de don Rafael González, explicó que a principios noviembre les informaron sobre la profanación de las tumbas. Tras constatar el hecho en el camposanto de Santa Elena, se dirigió a la oficina municipal que coordina los cementerios. Notificó el caso y solici­tó asesoría para presentar la denuncia ante el Cicpc.

“Ahí me atendió el señor Walter Perpetuni, encargado de los cemen­terios en el municipio Carirubana. Me indicó que él se encargaría de hacer la denuncia; y que al realizarla él, la investigación se haría con mayor celeri­dad, porque se gestionaba desde una institución municipal. Nosotros (la fami­lia González) dimos por hecho que eso se había realizado; incluso, se nos dijo que no podíamos arreglar las tumbas hasta que el Cicpc terminara las exper­ticias”, expuso González Navarro.

Pero al parecer el encargado de los cementerios nunca presentó la denuncia o esta no se registró debidamente, por lo que González Navarro tuvo que presentarla el 30 de diciembre. Ese mismo día, una comisión del Cicpc acudió al panteón de la familia González en el cementerio de Santa Elena y en presencia del denunciante finalmente se realizaron las experticias. A partir de ese momento el municipio tiene potestad de reparar los sepulcros pro­fanados en presencia de la familia, de acuerdo con la ley.

Rafael González Navarro (atrás) estuvo presente en el momento que los funcionarios del Cicpc efectuaron las experticias  

Indicios de rituales magia negra 
Durante la inspección, además de visualizar trozos de lápidas, urnas destrozadas y la ausencia casi total de osamentas (pues apenas se encontra­ron algunos pequeños restos óseos), llamaron la atención tres pequeños bultos o “macutos” de cinco a diez cen­tímetros envueltos en tela negra; ubicados: Uno en la tumba de don Rafael González; otro en la de Corne­lio “Tom” González y el tercero donde reposaba María Auxiliadora Arévalo González.


De igual forma se observaron frutas enteras en estado de descomposición; específicamente guanábanas, naran­jas y peras. Según especialistas en folklore y cultos consultados para esta investigación, las frutas serían una es­pecie de ofrenda presentada al difunto o alguna deidad en cierto tipo de cere­monias de magia negra.


Con respecto a los pequeños bultos forrados con tela negra -explicaron los estudiosos del tema-podrían contener monedas, tierra del sepulcro del difunto o trozos de prendas de una persona la que quisieran causarle daño a través de estos métodos.

Ante esta evidencia cobra fuer­za la hipótesis de que la profanación pudo estar ligada a rituales de una secta conocida como los Paleros, que utilizan osamentas humanas en sus ceremonias.


Desde el punto de vista jurídico la Constitución Nacional garantiza la li­bertad de culto, pero la profanación de tumbas y hurto de restos humanos está tipificado como delito en el Código Pe­nal Venezolano en sus artículos 171, 172 y 173, con pena de seis meses a tres años de cárcel para quien incurra en ello. Se espera que continúen las averiguaciones para dar con los restos de la familia González y castigar a los responsables del delito.