miércoles, 10 de septiembre de 2014

Los vitrales de la catedral de Punto Fijo



  • Fueron elaborados en la cristalería Tirolesa de Innsbruck (Austria), por encargo de los sacerdotes jesuitas establecidos en Paraguaná hasta la creación de la diócesis en 1997

  • Muestran entre otras imágenes, la aparición de la Virgen María al Cacique Coromoto y la Coronación de la Reina de la Compañía de Jesús



LUIS AULAR LEAL
Fotos: Oniel Gómez
Reportaje Publicado en el Diario EL FALCONIANO el domingo 11 de agosto de 2013.

Algunas veces las cosas están tan cerca que, resulta difícil apreciarlas, pues irónicamente suelen pasar inadvertidas. Quizás este sea el caso de los vitrales de la catedral de Nuestra Señora de Coromoto en Punto Fijo. Los mismos, poseedores de impresionante colorido, estética y valor histórico, permanecen desde hace alrededor de 50 años en el templo parroquial de centro de la ciudad que 1997 fue elevado a catedral.

Elaborados por encargo de los sacerdotes jesuitas responsables del templo, los fabricaron en la Cristalería Tirolesa (Tiroler Glasmalerei) de Innsbruck, al oeste de Austria, empresa fundada en 1861 y que aún existe.


Cada una de estas piezas tiene una altura aproximada de 2,20 metros de alto por 1,50 de ancho. Son en total ocho, dispuestos cuatro a cada lado en la parte superior de la nave central del templo. En ellos se plasman imágenes de Santa Teresa de Jesús, La Coronación de la Virgen, San Pedro y San Pablo, Nuestra Señora de Chiquinquirá, la aparición de la Virgen María al Cacique Coromoto y llaman particularmente la atención la Santa Cena, basada en la versión del venezolano Arturo Michelena y la Coronación de la Reina de la Compañía de Jesús.




La Santa Cena de Arturo Michelena, fue una de las obras que el maestro valenciano elaboraba cuando falleció en 1898. Lo que pudo adelantar de la pintura, se conserva en la capilla de los obispos en la catedral de Caracas. De esa obra llama la atención que la mesa donde el maestro Jesús comparte el pan son sus discípulos tiene forma de “U”.

De acuerdo con investigaciones históricas, esa era la mesa más utilizada por los judíos en la pascua y por lo tanto la versión del pintor Venezolano de la Última Cena, sería históricamente más acertada que la del genio del renacimiento Leonado Da Vinci.
  



Por otra parte, el vitral  de la Coronación de la Reina de los Jesuitas, es prueba del interés de esta congregación (radicada en toda Paraguaná hasta hace 16 años) en dejar una huella artística de su paso por esta región. De igual manera, la imagen de la aparición de Nuestra Señora de Coromoto -patrona de catedral- resalta entre los vitrales, con la particularidad que la virgen no tiene el manto rojo, sino morado, quizás por falta de información de los artesanos austríacos que elaboraron las obras.  





Lamentablemente, en muchas oportunidades han sido dañados por el vandalismo y hasta el momento, no cuentan con ninguna protección patrimonial ni el mantenimiento necesario, debido a los escasos recursos con los que cuenta la parroquia catedral.





De igual manera, varios murales cubiertos durante el Concilio Vaticano II, en 1962, permanecen ocultos en el templo. Uno de los pocos que aún permanece expuesto, es la pintura del Rey David tocando la cítara y escribiendo los Salmos.








Asimismo, un órgano de viento de principios del siglo XX de los cuales se cree que existen sólo cuatro en su tipo en el país, se encuentra en el coro del templo y es parte el tesoro artístico de esta joven catedral, que en medio de la zona libre, se empeña ser albacea de la Fe y el arte universal.



En la parte inferior del vitral de Nuestra Señora de Chiquinquirá, se evidencia la imagen del lago de Maracaibo, al fondo unas montañas e incluso unas plataformas petroleras