domingo, 14 de septiembre de 2014

Henry Pino y su sacra pintura ingenua

  • Sus obras han llevado el arte falconiano a Europa y Estados Unidos
  • Vive con su esposa e hijos en el campo paraguanero
  • Afirma que es necesario transmitir los valores de los abuelos a las nuevas generaciones



LUIS AULAR LEAL
Fotos: Silvio Chiquito
Publicado en el diario El Falconiano el 26 de mayo de 2013. 

Pasando Buena Vista y antes de llegar a Pueblo Nuevo, está Los Guayacanes; hogar del pintor Henry Pino y su familia. Un gran portón de madera pintado de amarillo, es la antesala a la exposición permanente de arte religioso y costumbrista de este artista visual.

Nacido en Punto Fijo y habiendo ejercido la enfermería por 19 años, conoció a Ela su esposa y en 1996 decidieron crear este refugio con la paz y la libertad del campo. Infinidad de plantas y el típico corral con gallinas se mezclan con la energía de los colores que irradian las obras de Pino. Plasma su obra principalmente sobre puertas y ventanas antiguas.


“Hago arte sobre la propia historia”
Explica el artista: “Cuando pinto en una puerta o ventana de 100 o 150 años, estoy haciendo mi labor creadora y al mismo tiempo rindiendo tributo al artesano que hizo a esa puerta, porque estoy garantizando que se va conservar tanto mi obra como la de él”.

Comenta Henry que las técnicas de la carpintería paraguanera hasta hace 70 años eran las mismas desde tiempos coloniales; puertas y ventanas eran armadas íntegramente con madera, ya que resultaba muy difícil conseguir bisagras y clavos. A eso se le agrega la dificultad de trabajar las rústicas maderas de la zona como el guayacán, cardón y cují, cuestión que otorga un valor adicional a la pieza. “Es hacer arte sobre la propia historia”, asegura.


“Mi primera pieza se fue a Francia”
Comenzó a pintar formalmente en 2002, cuando tenían un pequeño restaurante y una modesta posada en Los Guayacanes. La Virgen del Carmen pintada sobre una pequeña ventana de cardón, llamó la atención a unos franceses que se alojaban en el lugar. Insistieron en comprarla sin que estuviera a la venta, hasta convencer al autor.

De allí en adelante, comenzarían las exposiciones en Caracas y diversas regiones del país. Advocaciones de la Virgen, fiestas patronales y los santos de Pino han llegado a Holanda, Inglaterra, Francia, España y Estados unidos, siendo estos tres últimos los destinos más frecuentes de sus piezas.


Hoy junto a su esposa e hijos realiza sus trabajos sobre puertas y ventanas antiguas. Curiosamente su obra es más conocido en el exterior que en la propia Paraguaná.  

“Cristopher nació aquí en la casa, yo atendí el parto”
Le atendió el segundo parto a su esposa. “Yo recibí a Cristopher, le atendí el parto a Ela aquí en los Guayacanes, la casa que ella y yo construimos con nuestras propias manos y creatividad, eso para mí es algo único, un privilegio y doy gracias a Dios por ello”. Además de Cristopher, está Patricia, la hija mayor, quien se parece más a Henry, según comenta él mismo.

“Paraguaná pasó de la alpargata al zapato patente”
Para Pino “es necesario que los valores de los abuelos se transmitan a las generaciones más jóvenes. Con el petróleo Paraguaná pasó de la alpargata al zapato patente de un solo golpe. Cuestión que trajo calidad de vida, pero debemos preservar nuestra idiosincrasia”.

Junto a su esposa Ela y sus hijos Cristopher y Patricia

Un falconiano pinta y cree en su tierra

-¿En qué se parecen artes plásticas a la Enfermería?
- En ambas se admira la creación; al atender el parto de una madre, se contempla la creación humana y con la pintura uno crea con los colores.

-¿Por qué tu casa se llama Los Guayacanes?
- Porque mi abuela era de un lugar en Jadacaquiva llamado así.

-¿Cómo fue la elección de este sitio para vivir?
- Creo que estaba predestinado para nosotros; esta zona es muy sabrosa, es muy fresca, mágica.

- ¿La pintura?
- Nos permite plasmar nuestra forma de ser y pensar a través del color.

- ¿Quién  es Ela para ti?
- Mi compañera, mi amante, la madre de mis hijos, mi mano derecha y la que hace los cheques…

- ¿Lo más valioso que tiene Paraguaná?
-Su gente y la idiosincrasia heredada de los abuelos.

- ¿Y qué le hace falta?
- Empeño, voluntad y trabajo… las cosas no se hacen solas…