“¡Qué lástima que no tengamos a Alí vivo!, nunca como ahora
había hecho tanta falta, lo han utilizado por sus canciones de protesta, pero
esas canciones hoy están más vigentes que nunca” Ana María de Sandoval.
LUIS AULAR LEAL
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ELVIN ROVELLA / Publicado en el diario El Falconiano el 17 de julio de 2016.
No eran los únicos. Alí Primera tuvo muchos amigos adecos, copeyanos
y de cualquier ideología imaginable porque: “Creía en la gente sin importarle
dónde estuviera ubicado políticamente”, sentencia la profesora Ana María de
Sandoval. Junto a su esposo Nicolás cultivaron por años la amistad y aún
conservan el más entrañable recuerdo del Cantor del Pueblo Alí Primera.
Cuando en actos oficiales solo lo recuerdan en el
aniversario de su nacimiento (31 de octubre) o su muerte (16 de febrero)
pasando a ser una acartonada efeméride más del calendario, en el caso de los
Sandoval es distinto. Hablan sobre Alí un día cualquiera, un día como hoy, que
siempre será el mejor de los días.
Lo conocieron a través del movimiento cooperativo,
justamente cuando se organizó la primera Canción Solidaria por Paraguaná. “Alí
decía que toda la gente debía vivir dignamente y que tuviera las posibilidades
de salir adelante, por eso su vocación fue siempre social, la ayuda al prójimo”.
La primera Canción Solidaria por Paraguaná fue une evento organizado por la
sociedad civil de la península el 31 de julio de 1981, con el objetivo de
recaudar fondos para ayudar a las víctimas del Polifemo; esta fue una
embarcación falconiana atacada por piratas en el mar con la pérdida de cinco
pescadores.
El ataque dejó en tierra firme viudas desvalidas y niños
huérfanos, hacia ellos estaría destinada por la ayuda y el principal promotor
de la recaudación benéfica fue Alí Primera. “Él se empeñó en que había que
hacer algo por los niños”, rememora la profesora Ana María. Se le unieron el
movimiento cooperativo (donde estaban los Sandoval), la Sociedad Amigos de Paraguaná,
Fetrafalcón y demás fuerzas vivas.
“Recolectamos 82 mil bolívares; hubo 20 mil bolívares de gastos
y el resto se guardó en una cuenta del Banco de Maracaibo para entregarle
mensualmente y durante un año 162, 50 bolívares a cada niño huérfano por la
tragedia”. Los autorizados para movilizar esa cuentan fueron José María “Mayía”
Gauna Moreno, Alí Villa (primo de Alí Primera) y la Ana María Sandoval.
También se logró que la Asamblea Legislativa de aquel
momento asignara unas becas a los niños. “Todos sin distinción de color político
colaboramos por esa causa y así fue con todas las que siguieron, porque a
partir de ese momento cada año se hizo la canción solidaria para ayudar a algún
necesitado impulsados por Alí”.
Amistad, ternura y romanticismo
“Ahora todo el mundo dice que era amigo de Alí, pero cuando
él venía realmente eran muy pocos los amigos que tenía. Cuando llegaba a casa
de su mamá, la señora Carmen Adela, los que nunca faltaban eran: Héctor Hidalgo
Quero, Heberto León, Guillermo de León Calles, Edgar Lugo Yamarte y nosotros”.
Para los esposos Sandoval, otra de las cualidades de Alí era hacer amigos, de
ahí la riqueza intelectual y la sensibilidad social que edificó, también
promoviendo la tolerancia y la unión incluso en el seno familiar cuando
escribió una canción dedicada a dos de sus hermanos que no compartían sus ideas
políticas.
Tanto la profesora Ana María como su esposo Nicolás
sostienen que sólo aquellos que tuvieron la dicha de conocer verdaderamente a
Alí Primera palparon la sensibilidad poética, solidaria y artística de su
creación musical. “Alí tiene una serie de canciones hermosísimas, pero Blanquísima Gaviota, Amor en Tres Tiempos y Los
Dos Pichones que tienen un asombroso caudal de ternura y romanticismo eran
de sus preferidas, más allá de las de protesta que son más conocidas”.
Sobre la producción musical recuerdan que para ese momento Alí
no tenía cabida en los medios de comunicación con la excepción de personas como
Charles Arapé y Román Oswaldo Aguilar que le daban espacio en la radio. “Hubo
casos como Cunaviche que llegó a estar en primer lugar en la radio y el
gobierno canceló su difusión, pero aquello no es comparable con la realidad
actual, ¡Qué lástima que no tengamos a Alí vivo!, nunca como ahora había hecho
tanta falta, lo han utilizado por sus canciones de protesta, pero esas
canciones hoy están más vigentes que nunca”, acota Ana María.
Paraguanera es su canción preferida, mientras que Nicolás se
confiesa como un enamorado Tin Marín. El inmenso, verde y florido jardín de la
familia Sandoval se reunían con Alí a escuchar sus melodías, mientras los hijos
del cantor se quedaban dormidos al transcurrir las veladas. De aquello quedan
hermosos recuerdos que no podrán borrarse aunque la falta de agua haya secado
la belleza que algún día regresará a ese jardín.
Y Alí Primera compró un tapiz de Acción Democrática
Cuenta Ana María que en una oportunidad que Alí Primera
acababa de cruzar el puente sobre el lago de Maracaibo cuando vio un gigantesco
tapiz goajiro con el símbolo de Acción Democrática, este le recordó
inmediatamente a su amiga; lo compró casi a escondidas y se lo trajo a Falcón. Al
entregárselo a la sorprendida Ana María le dijo: “Mira negra las vainas que uno
hace solo por ti, mira lo que te traje y yo escondiéndolo para que no me vieran
con esto”. Ella aún conserva el tapiz.
También atesora la colección casi completa de los long plays
del Padre Cantor, todos firmados de puño y letra del autor, pero hay una
dedicatoria que resalta entre todas y muestra el valor que daba a la amistad
por encima de la política: “Para: Nicolás
(El Adeco) y Ana María (La Adeca). De: Alí Primera (El Comunista). Para que les
dé salpullido a los sectarios, que no entienden que la solidaridad y la amistad
saltan las barreras ideológicas. Les precio mucho. Alí Primera”.
Nicolás recuerda que Alí “le sacaba algo poético o chistoso
cualquier cosa”. Durante la campaña de Jaime Lusinchi a la presidencia circuló
un afiche del candidato adeco con las manos abiertas y mostrándole uno a los
Sandoval les dijo: “Ahora sí es verdad que estoy seguro que ustedes van a ganar
las elecciones, porque acabo de ver Lusinchi en este afiche con las manos
abiertas ya está diciendoel tamaño de cagada que van a poner si ganan es de ese
tamaño”.
Otra anécdota fue cuando al darle la cola a Ana María, Alí
terminó con ella en un barrio de Caracas en una asamblea de un Comité de Unidad
del Pueblo (CUP) del Partido Comunista de Venezuela. Los asistentes empezaron a
despotricar de los adecos y de algún modo se enteraron que la profesora Ana
María era una “compañera”, cuestión que desató un alboroto.
Afortunadamente
Alí logró calmar los ánimos al decir a viva voz: “¡En la base de los adecos y
los copeyanos hay gente con sensibilidad social, hay gente buena y a esa gente
tenemos que traerla para acá!”. Cuando la muchedumbre se tranquilizó, se acercó
a Ana María y sonriente le susurró: “¿Estabas cagada verdad?”.
“Mira negra, te voy a decir algo: ¡nunca cambies!”
La última vez que Alí Primera se comunicó con los Anamría y
Nicolás fue vía telefónica, 22 días antes del mortal accidente de febrero, le dijo
a Ana María: “Mira negra, te voy a decir algo: ¡Nunca cambies!”. Luego, aquel aciago 16, los Sandoval llevaban en su carro un lote
de disco de Alí. En una estación de servicio el bombero al ver los long plays
les dijo: “¿Ustedes conocen a Alí Primera? ¿Saben lo que le pasó a Alí?” Así se
enteraron. Lo demás es la parte triste la historia, tantas veces contada.
Pero más allá del dolor de ese momento, Nicolás y Ana María
que no fueron los únicos amigos adecos que dejó Alí, pero sí los más cercanos,
recuerdan la dulzura de sus canciones, sus tertulias entre guitarra, ron, chivo
y arepa pelada con nata; pero sobre todo la vocación de servicio y solidaridad
que brotaba por los poros al cantor que siempre fue pueblo, sin distingo de
colores y con un solo corazón.