lunes, 18 de mayo de 2020

La Pandemia del COVID-19: en perspectiva



Enrique López-Loyo

Individuo de Número
Vicepresidente de la Academia Nacional de Medicina de Venezuela. 


Los albores del tan esperado año veinte-veinte trajeron consigo a un visitante venido de la China comunista-capitalista, envuelto en una tiara real. Un ente biológico caracterizado como un micro agente viral perteneciente a la familia de los Coronavirus, conocido de forma genérica como COVID-19 y técnicamente como SARS-CoV-2.

 

Las teorías conspirativas tratan de dar explicación de por qué las características biológicas del agente le confieren la mayor infectividad conocida hasta ahora, la cual multiplica exponencialmente el potencial de expansión de su infección en una población universalmente susceptible.

 

Se identificó una mayor afectación en las personas que superan los 65 años, con una clínica predominante de tos, fiebre y dificultad respiratoria. El inicio de esta patología en China data oficialmente del primero de diciembre del año 2019, aun cuando se describe que médicos e investigadores denunciaron su presencia mucho tiempo antes, a lo cual su gobierno tomó la decisión de decretar una cuarentena generalizada y medidas extraordinarias en la terapéutica y habilitación de hospitales de campaña.    

 

La expansión del virus tomó por sorpresa a Europa, dejando en el piso a dos de los sistemas de salud pública más sólidos del mundo, identificados en Italia y España.

 

La Europa más bohemia, alegre y longeva sufrió los embates de esta endemoniada patología, la cual ya decretada como pandemia el día 11 de marzo por la Organización Mundial de la Salud, hizo paralizar al mundo, poniéndolo de rodillas y haciendo evidente la vulnerabilidad del hombre ante una entidad biológica microscópica, ya no importó el dominio de la tecnología, las inmensas riquezas, la conquista del espacio, el poder de fuego militar, la arrogancia del poder ni el carácter ideológico de naciones enteras.

 

 El hombre ha quedado desnudo a los pies de la ciencia médica, atendiendo por encima de sesudas formulaciones químicas, a las más elementales normas de higiene personal.

 

Las américas de forma progresiva fueron cayendo y nuestro país recibe esta grave sentencia en medio de una innegable emergencia humanitaria compleja, caracterizada por la destrucción de la infraestructura del sistema público de salud, con un déficit del 80% de servicios básicos de agua y electricidad, sin dotación de medicamentos e insumos para la prestación del servicio, ausencia de equipos y reactivos diagnósticos y una migración significativa de trabajadores de la salud, que ha alcanzado a más de 22 mil médicos.

 

 Nuestra población desnutrida, con ingresos miserables y sin servicio de transporte público eficiente y finalmente sin la disponibilidad de combustible que agrava la movilidad. Ha sido sensata la aplicación de la cuarentena o el alejamiento social como una estrategia válida para disminuir la velocidad de aparición de casos de forma explosiva, permitiendo la asimilación progresiva de los más graves por un sistema sanitario depauperado e ineficiente.

 

Es llamativa en Venezuela que la aplicación de pruebas de confirmación más extendidas no ha afectado la curva de progresión de los casos positivos, identificando hasta el momento de escribir esta nota 159 pacientes confirmados, 7 fallecidos y 52 pacientes recuperados.

 

Tenemos la sensación que seguimos hurgando sobre la punta del iceberg, es decir trabajando con los datos que arroja el paciente gravemente afectado o que muere, pero de acuerdo a las pruebas epidemiológicamente validadas, tales como el número reproductivo básico (Ro), por el cual se estima la velocidad con que una enfermedad puede propagarse en una población, ya los casos de infección comunitarias deberían comandar el mayor número de casos en ascenso y la progresión de la pandemia en el país, pero al contrario de eso los números oficiales no permiten la observación de una curva de ascenso.

 

¿Será que bajo la parte sumergida de ese iceberg yacen los casos leves y moderados que la estadística mundial los coloca en el 80% de los infectados? O los no registrados, o a quienes se les aplicó una prueba rápida de las cuestionadas por España o en el tiempo de infección no ideal, o los no notificados o quienes simplemente no pudieron llegar al hospital “centinela”.

 

La transparencia de la información epidemiológica es vital en un momento tan crucial como este, ello garantiza la focalización de los recursos de diagnóstico y tratamiento, incluyendo la dotación oportuna de equipos y materiales de protección a todo el personal de salud. 

 

Identificando las fases de la pandemia se debe considerar que en plena fase aguda se estima un comportamiento agresivo ascendente seguido de una meseta y descenso progresivo, al menos en un período de tres meses una vez denunciado el inicio del problema en un país determinado, todo ello influenciado por las condiciones propias de cada nación en particular y aquí el acatamiento social a la norma juega un papel fundamental. La situación en este momento es impredecible, sin embargo, el comportamiento biológico de estos agentes ha de suponer una pronta superación previsible de esta tragedia mundial. Dios esté con nosotros.

 Caracas, abril de 2020.