lunes, 25 de junio de 2018

El Punto Fijo donde estaba don Rafael


LUIS AULAR LEAL
Fotos: Jimmy Salima / Archivo / Publicado en el diario El Falconiano el 27 de febrero de 2017.

El “punto fijo original”, es decir, la casa de Pedro Yagua, es considerada por tradición como la primera casa de Punto Fijo, aunque este inmueble no fue estrictamente el primero en construirse en Cerro Arriba o El Abrojal, como se conocía a la planicie donde hoy se levanta el Casco Central de la ciudad. Antes de la casa de Pedro Yagua, hubo otras, entre ellas la de Tertuliano Naveda, muy cerca del inicio de la actual calle Garcés; y la vivienda de Juana Acosta, a las que hace referencia Alí Brett Martínez en su obra Aquella Paraguaná.

Estas pequeñas edificaciones pudieron haber sido construidas incluso en los últimos años del siglo XIX. Por otra parte, el primer croquis conocido de Punto Fijo, elaborado por S. De Lima Salcedo en 1928, muestra parte de los límites de las tierras del general Gabriel Laclé y las del doctor Pedro Manuel Arcaya, en medio de las cuales estaba naciendo el caserío.


Para ese momento habrían desaparecido las casas a las que hace referencia Alí Brett Martínez, pues solo documenta la existencia de cinco viviendas, las de Gil Antonio García, Pedro M. García, Pascual Ventura, la vivienda en construcción de Eufracio Díaz y la casa de Pedro Yagua, esta última, la única que se conserva en pie como testimonio de aquella época. Todas las demás desaparecieron.

El modesto inmueble funcionaba como una fonda; especie de posada donde ofrecían comida y techo a quien llegaba a trabajar en la naciente industria petrolera. En este lugar, se desarrollará una historia que circunstancialmente bautizará lo que se convertirá con el tiempo en Punto Fijo.

La historia de un nombre producto del amor

La mayor parte de las ciudades de Venezuela deben su nombre a un vocablo aborigen, un santo, un prócer o algún accidente geográfico. El caso de Punto Fijo es distinto, inusual y espontáneo. Fue consecuencia del amor entre Leocadia Pulgar y margariteño Rafael Natalio González Estaba.

Guillermo de León Calles, cronista de la ciudad, cuenta que Pedro Yagua tenía una hijastra llamada Leocadia Pulgar. De ella se enamoró un joven trabajador de la Mene Grande, nativo de Juan Griego, estado Nueva Esparta. Su nombre: Rafael González.

Este joven caporal de la petrolera, respetado por su responsabilidad y puntualidad, los sábados acostumbraba a ir con sus compañeros de trabajo a jugar dominó en un local ubicado en El Tropezón. Cierto día empezó a faltar a la cita. Pompilio Brett, dueño del lugar, notó la ausencia del margariteño y al preguntar por él, los amigos le dijeron que había dejado de acompañarlos porque ahora, en vez de jugar dominó, iba a visitar a su novia en Cerro Arriba, a lo que Brett, en broma respondió: ´ese ya tiene su punto fijo´”, rememora De León Calles.


El punto fijo donde estaba Rafael González, era la casa de Pedro Yagua. Con el tiempo, no solo esa casa, sino todo el caserío adoptó el nombre de “Punto Fijo” surgido de una broma a un amigo enamorado. Pero la historia no concluyó ahí, aquel joven enamorado no era un ciudadano común, la personalidad proactiva de González, lo llevó a impulsar el ordenamiento la naciente población. Él y otros pioneros, organizaron las primeras calles de tierra; al terminar la jornada laboral ayudaban a construir la plaza; lograron establecer la primera escuela y servicios públicos.

Don Rafael González contribuyó a construir el naciente caserío, siempre tuvo actividad pública e incluso era columnista regular del diario Médano desde sus inicios, en la gráfica lo acompañan entre otros, Omar Azuaje y Lino Segundo Revilla

Don Rafa, como luego se le conoció, pasó a ser una suerte de “Sheriff ” del “punto fijo” donde decidió quedarse, es por esta razón que así no haya existido un acta, ni primera piedra alguna, ni acto formal de constitución del poblado, hoy, por sus méritos se le considera el fundador de Punto Fijo. Se tiene información de que fue iniciado en la masonería. 



Del señor Gil a los Polanco Bracho
La primera casa de Punto Fijo, originalmente perteneció al señor Gil Antonio García, luego a Pedro Yagua; éste la vendió al abogado Ibrahim García y desde hace 69 años es habitada por la familia Polanco Bracho. “Cinco de mis hermanos y yo nacimos en esta casa”, comenta la señora Edita Polanco.


En 1948, sus padres, Francisco Polanco y Lucía Bracho de Polanco, nativos de Cabure, llegaron a Punto Fijo y alquilaron la vivienda. Desde entonces hasta hoy, han trascurrido al menos cuatro generaciones que han crecido literalmente, rodeados de historia. “Cuando mi papá llegó en 1948 alquiló la casa por 40 bolívares, había que pagarlos cada 20 días, bastante caro para el momento. Después, por el tiempo que teníamos viviendo aquí, salió la opción a venta y pagamos un precio simbólico de 7.000 bolívares”, agrega la señora Edita.

Edita Polanco 















Visita al “Punto Fijo” original
Quienes entran en la vivienda, llegan a sorprenderse por sus características. La primera casa de una urbe conocida por la refinación petrolera y el comercio, es una humilde residencia de bloques de adobe y bahareque, con techo de cardón y soportes de curarí. Su esencia, perdura en el tiempo para recordar dónde comenzó todo. 


Al entrar a la casa hay que bajar dos escalones, pues el piso está unos 60 centímetros bajo el nivel de la acera. La sala, es un corredor de unos siete metros de longitud por dos de ancho, en cuyo extremo oeste está la base del fogón, recuerdo de la fonda original, hoy utilizado como estante. Desde este espacio se ve el patio.  El techo de los corredores es sostenido por madera de curarí y en algunas partes tiene una altura inferior a los dos metros.


El cañizo de cardón parece querer hablar y contar la historia de quienes por ahí han pasado. Todo el lugar emana calidez y hospitalidad, ha de ser porque las casas se parecen a quienes las habitan. 

Los Polanco Bracho se han convertido en custodios de la historia local. Más que eso, son parte de ella. Durante casi siete décadas, han mantenido y restaurado el inmueble, conservando la estructura original hasta donde les ha sido posible. Aunque cada vez se hace más difícil, pues en la localidad ya no hay quien trabaje con las técnicas y materiales con los que fue hecha la fonda de 105 años.



Patrimonio cultural e histórico
Por sus características arquitectónicas e históricas, la casa de Pedro Yagua, cuna del nombre de la ciudad y hogar de la familia Polanco Bracho desde hace casi 70 años, es un Patrimonio Cultural e Histórico. La nación y particularmente el gobierno municipal deben garantizar su protección y conservación, según lo establece la Ley Orgánica de Cultura.

En Carirubana existe también una Ordenanza de Protección del Patrimonio Cultural, que de igual manera ampara al inmueble. Este instrumento legal en plena vigencia, sin embargo, hasta la fecha no se ha aplicado; ni en este caso, ni en muchos otros, asegura el profesor Orlando Brett, presidente del Centro de Historia de Paraguaná.

Propuestas y trabajo en conjunto
Con el objetivo de garantizar la conservación de esta casa y el acervo histórico del municipio, una representación del Centro de Historia de Paraguaná sostuvo una reunión con la Cámara municipal de Carirubana y plantearon la propuesta de declarar Patrimonio Cultural a este inmueble y establecer como bien de utilidad pública al terreno que circunda a la llama primera casa de Punto Fijo.

En este encuentro también estuvo presente la señora Edita Polanco, en representación de la familia Polanco Bracho, actuales habitantes del inmueble. El terreno adjunto a la casa es propiedad del municipio. La inconsciencia y falta de civismo ha hecho que lo utilicen como improvisado vertedero de basura e incluso ha servido como guarida de delincuentes.

En la reunión se planteó a la Cámara Municipal destinarlo a la construcción de un espacio cultural que incluya áreas de esparcimiento, un museo histórico petrolero, así como un área que comprendería una biblioteca y el archivo histórico del municipio.

Este proyecto debe integrarse urbanísticamente con la casa de Pedro Yagua, respetar su integridad arquitectónica y garantizar su conservación para cumplir con la Ley de Protección y Defensa del Patrimonio Cultural y la Ley Orgánica de Cultura, entre otros instrumentos legales. Los ediles escucharon cortésmente la propuesta y se comprometieron a analizarla. La i iniciativa también será presentada a la Alcaldía.