domingo, 19 de octubre de 2014

Aplausos de pie para despedir a Vicente Hernández



  • Director de teatro, maestro de generaciones de actores
  • Fundador de los festivales de cine del Ateneo de Punto Fijo
  •  Su trayectoria artística transcurrió en función del arte y la búsqueda de la excelencia
LUIS AULAR LEAL
Fotos: Heberto León y archivo

Un hombre de rostro alargado, cabello castaño y mirada inquieta camina de un lado a otro entre los espacios del antiguo Ateneo de Punto Fijo. Siempre tiene algo en mente y se trae entre manos un nuevo proyecto. Es tenaz. Su disciplina puede rayar en lo castrense, combinada con un agudo sentido del humor y la perspicacia necesaria para conocer la naturaleza humana. Eso hace a un director de teatro y es así como muchos recordarán a Vicente Hernández.

Su pasión hacia las artes nació con él en La Palma, archipiélago de Canarias, pero vino a encontrarse con el teatro en Venezuela.

El antiguo Centro Hispano
Llegó a Venezuela a trabajar en la industria petrolera y así lo hizo por un buen tiempo, alternando sus ocupaciones con el naciente Centro Hispano de Punto Fijo, ubicado en la calle Arismendi para la década de 1960. De aquella época se recuerda al profesor Carmelo Duarte, directivo de ese club social, quien como Hernández, sería una referencia para la cultura local. 

En tiempos del Teatro “Juglares” del Centro Hispano

Vicente dirigía el grupo de teatro “Juglares” del centro hispano. Don Porfirio Rodríguez Sicilia, con alrededor de 50 años en las artes escénicas, recuerda que fue su amigo y paisano Vicente quien lo invitó participar. “Ahí comencé y fue gracias a esa invitación. Recuerdo que hicimos una comedia y no sabía si la gente ser reía de la actuación o de mí, pero todo salió bien y eso fue gracias a Vicente, gracias a él llegué al teatro”.

Porfirio Rodríguez y Vicente Hernández, más de 50 años de hermandad


El ateneo y el Teatro Espejos
A pocos metros del centro hispano estaba el Ateneo de Punto Fijo, donde en la década de 1970, el recordado director Carlos Miranda fundó el grupo de Teatro Espejos... al poco tiempo, Vicente Hernández, llega a tomar las riendas del “Espejos”.

Saira Romero, José Bracho, José “Pepe” Riera, Yraida Romero, Willian Nieto, María Jiménez,  Leonel Núñez e Indiro Delgado, entre otros, fueron la primera generación de discípulos de Vicente; y realmente continuaron siéndolo hasta la fecha, al punto de considerarse una verdadera familia. Porfirio Rodríguez venía con Vicente del centro hispano y también se incorporó al grupo.

“Vicente para nosotros fue un padre, nuestro amigo y maestro. Es hoy y va ser siempre una referencia obligada del teatro en Falcón”, asegura José “Pepe” Riera.

Las puestas en escena
Por más de 30 años, Hernández dirigió decenas de montajes para público adulto con el Teatro Espejos y de teatro infantil con Terrón de Azúcar. Piezas como La Granada, Diálogos de un resucitado, El Testamento del Perro y El Día que me quieras (del maestro José Ignacio Cabrujas) llegaron a las tablas regionales gracias al trabajo de Hernández.

Vicente Hernández en una escena de cine junto al entonces niño Indiro Delgado

Aquella Paraguaná, escrita por Andrés Castillo e inspirada en el libro homónimo de Alí Brett Martínez, así como Los Dientes están demás y Samuel Morse nació en Pedregal de Guillermo de León o Josefa La del Amor de Salomón Lugo, también llegaron a escena bajo la dirección de Vicente Hernández.


Celebración de cumpleaños con parte de los actores del grupo Espejos luego de una presentación de la obra “Urupagua

No obstante, la obra de mayor éxito y tiempo en los escenarios, dirigida por Hernández fue Dios, el diablo y la tentación, cuyo nombre original es Balada para tres inocentes de Pedro María Herrero; protagonizada por José Bracho, Pepe Riera, Saira Romero, María Jiménez y Porfirio Rodríguez, integrantes del elenco original. 

Haydí Marín, Willian Nieto y Luis Rodolfo Martínez,  han interpretado de manera eventual algunos de los papeles de la obra.

Escena de “Dios, el diablo y la tentación”, la obra más exitosa dirigida por Hernández

En todos los casos, se recuerda el esmero y apasionamiento por el detalle, la correcta pronunciación, escenografía, la actuación y el respeto al público como una prioridad por parte del director. Con esos trabajos, el teatro regional llegó al Festival de Teatro de Aruba, a Bogotá, a las islas Canarias e incluso a la República de Moldavia.      

El Festival de Cine Super 8
Uno de los logros más recordados de Vicente Hernández fueron la serie de festivales de Cine Super 8, que curiosamente se efectuaron en ocho oportunidades en la década de 1980. Estos eventos generaron gran expectativa cultural por lo invitados nacionales e internacionales que asistían, como el poeta español Rafael Albertí, la directora Nuria Espert, Belén Lobo o el cineasta venezolano Rodolfo Izaguirre y su hijo Boris.  


Con la directora de cine Nuvia Espert y el poeta Rafael Alberti en una de las ediciones del festival de cine

Vicente: Viajero, culto y bohemio
Lector de clásicos universales, siempre buscó la excelencia y se definía como gran admirador de Salvador Dalí y Gabriel García Márquez.  Apasionado por los viajes, llegó a conocer más de 30 países, a muchos de los cuales asistía a eventos y festivales culturales de carácter mundial “y de cada uno de ellos se traía un recuerdo, una idea o un proyecto para el grupo de teatro”, comenta Saira Romero. ´

Tuvo oportunidad de conocer  al premio Nobel de Literatura Gabriel García Márquez

“Tenemos la satisfacción de haberle rendido los homenajes en vida, siempre lo acompañamos y su obra estará presente, pero lo importante es que siempre estuvimos a su lado”, explica José Bracho, quien como dato curioso comenta el talento de repostero que como afición desarrolló Vicente en sus últimos años, “hasta en eso se destacó”.

La obra de un artista no termina con su ciclo vital, se prolonga a través sus enseñanzas y discípulos, del arte que creó y el bien que con su obra le ha proporcionado a la humanidad, razón por la cual, sólo puede ser despedido y recordado con una ovación de pie.