- Aunque existe el proyecto para construir un nuevo camposanto en la ciudad mariana, el actual, fundado en la década de 1930, sigue siendo la única opción para sepultar a los difuntos en la capital falconiana
- Monumentos funerarios de mediados del siglo XX dispersos en toda su extensión constituyen verdaderas obras de arte que contrastan con el abandono en el que se encuentra buena parte del cementerio
- Monte, escombros, tumbas colapsadas e incluso profanadas con osamentas expuestas pueden verse en la necrópolis coriana
Publicado en el diario El Falconiano el martes 21 de enero de 2014
Texto y Fotos: LUIS AULAR LEAL
Desde la cuarta década del siglo pasado, la última morada
de los habitantes de Coro ha estado en la avenida Roosevelt. En el cementerio
municipal, confluyen sin ningún tipo de clasificación específica exgobernadores, médicos eminentes, insignes maestros, poetas y miles de
ciudadanos, tal vez no tan famosos pero igualmente falconianos.
Este es quizás el sitio más democrático de Coro, donde todos
terminan siendo verdaderamente iguales y sufriendo –aún después de muertos- las
mismas calamidades por la falta de mantenimiento del lugar.
Más de una lápida ha colapsado producto del tiempo y las condiciones ambientales, además de las denunciadas profanaciones dejando las urnas al descubierto
Con alrededor de 80 años a cuestas, el camposanto sigue
recibiendo inquilinos. Aún no hay otra opción. Se ha anunciado el proyecto para
construir un nuevo cementerio a las afueras de la ciudad, pero mientras esto se
materialice, el actual seguirá funcionando.
Mientras tanto, buena parte del cementerio permanece
cubierto de monte, con escombros, tumbas colapsadas por la antigüedad, uno que
otro ataúd visible e incluso restos de urnas arrojadas como si fuesen cualquier
cosa. En algunos sitios puede llegar a verse osamentas expuestas, como el caso
de una tumba ubicada al noreste del camposanto donde puede apreciarse a simple vista
el cráneo de un difunto.
“Esto está abandonado, lleno de monte, basura y malandros
que se meten aquí”, es la impresión de un par de señoras que visitan la tumba
de un familiar. Se conoció que el lugar no cuenta con suficiente personal para
el mantenimiento, por lo que algunos obreros trabajan de manera eventual
haciendo las fosas.
Por otra parte el crecimiento de la ciudad ha hecho que el
cementerio se rodee de casas y que le gente para acortar camino decida
atravesar el camposanto. Esas mismas personas, suelen ser víctimas de
antisociales que aprovechan la soledad del lugar para cometer sus fechorías.
Copia de “La Piedad” de Miguel Ángel en el monumento funerario en el sepulcro de monseñor Cástulo Mármol Ferrer
El arte del más allá
Una serie de monumentos funerarios, principalmente de las
décadas de 1940 y 1950, puede ser considerado como genuinas obras de arte. En
su mayor parte decoran los sepulcros de renombrados ciudadanos como la maestra
Josefa Victoriana Riera, monseñor Cástulo Mármol Ferrer o el señor Pedro Isaac
Sénior, que fue inmortalizado en una escultura de mármol donde curiosamente
luce sentado y de piernas cruzadas. El rostro de esta estatua fue dañado por el
vandalismo.
Monumento funerario de Josefa Victoriana Riera
Entre muchos otros personajes sepultados aquí están el
doctor Rafael Calles Sierra, el recordado exgobernador Ramón Antonio Medina y
los doctores Pedro Manuel, Augusto y Arturo Hidalgo Rodríguez, hijos del
abogado e historiador falconiano Pedro Manuel Arcaya.
Ya sea por garantizar un último lugar de descanso digno de
todos quienes allí reposan o por preservar el patrimonio artístico de los
monumentos funerarios, la colectividad coriana espera la necesaria intervención
de las autoridades, para rescatar al cementerio municipal del estado en el que
se encuentra.